Recuerdo que seguí mirando al fuego. Había un leño que caía lentamente en el fuego, resbalando en un proceso que había tardado toda la noche, y estaba lleno de pequeños agujeros con una sustancia ígnea que lo había atravesado de punta a punta, y ahora se consumía rápidamente. Y en cada uno de esos agujeros diminutos bailaba una llamita entre las llamas más grandes; y todas esas llamitas con sus bocas oscuras me parecieron rostros que formaban un coro; y el coro cantó sin cantar, en el aliento del fuego, que era continuo, entonaba su canción muda.
De Entrevista con el Vampiro.
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