No me gusta ver los vídeos que me hacen. Me da vergüenza, lo confieso y reconozco sin vergüenza. Pero por una vez que pase.
Dieciséis cero tres
El tiempo parpadea.
Lo desenchufaron mientras anduve perdido
un poco más allá del fin del mundo.
La pila agotada, se reinician los momentos
con cada veraniego apagón.
Dieciséis cero tres,
dieciséis cero tres,
dieciséis cero cuatro,
dieciséis horas y media
llevo sin pausa ni tregua.
El café se escapa por entre mis dedos
mientras el poema hierve.
Son las taitantas y a duras penas
consigo mantenerme despierto.
Intento engañar al destino,
quedarme en un hoy perpetuo,
que mañana sea siempre mañana.
Me gustaría que esto fuese una película,
que las batallas fuesen cuestión de minutos
en lugar de días o que alguien gritase
¡corten! y pudiese tomarme un café
en una silla con mi nombre.
Quizás tengan razón
y me faltan dos centímetros de cordura
para no parecer loco.
Yo solo sé que no soy el único desquiciado
que lucha ahora contra el verso
y la gravedad en las pestañas.
Ahí fuera siempre habrá otros
en intempestivas madrugadas
dándole vueltas al mundo en sus cabezas,
recitándola desde todos los ángulos.
2-9-2010
P.S.: Mis más sinceros agradecimientos a Cangrejo Pistolero Ediciones y a Gulliver Producciones.
P.S.2: Manuel, ahora entiendo a la perfección lo que me contabas. Estoy en ello.
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