Y, como en todos estos casos, el precepto contrario tiene su verdad, casi igual, diría yo: «Quédate de libro de cabecera con el de tu adversario más hiriente, más razonable, tal como Pascal tenía a Montaigne a Séneca.» Es beneficioso tener al lado al ser insolente que despierta vuetras partes más débiles y que os obliga a buscar pruebas, el que ve oscuro lo que vosotros veis claro, para disfrutar mejor de lo que se posee, para atemperar nuestras certidumbres.
Extraído de El trabajo intelectual, de Jean Guitton, pág. 88, capítulo VI La lectura como enriquecimiento de sí mismo, 2000, Ediciones Rialp.
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