Tras la tempestad llega la calma... la insoportable quietud que precede a una nueva tormenta...
El asesino cayó presa de un cazarrecompensas. Hubiera preferido que le hubiésemos abatido nosotros, dado que ese es nuestro deber, en lugar de a manos de otro asesino. Para mi son lo mismo. Se podría argumentar que yo también lo soy, que mato por dinero, cierto, pero la diferencia radica que yo mataría para proteger a los que he jurado lealtad, mientras ellas se venden al mejor postor. Mientras yo puedo cobrar mi sueldo preferiblemnte sin derramar ni una gota de sangre, preservando la vida, ellos no tienen otra que propagar la muerte.
Sangre aparte, ya calmada la ciudad, el capitán Gregorio Taida ha sido invocado a un importante conclave. El sargento Marcos tampoco está en la ciudad. Aunque su manera de instruir soldados me sigue pareciendo excesiva e innecesariamente cruenta, los altos mandos no están de acuerdo con mi opinión (la cual por cierto y suerte desconocen) y han decidido trasladarle de manera indefinida a un gran acuartelamiento al norte, con muchos más reclutas bajo su responsabilidad. Que Dios se apiade de sus almas y de sus espaldas. El caso es que no hay en la ciudad ningún oficial de rango medio o superior, solo rangos bajos, cabos. Ante tal tesitura mi capitán ha optado por dejarme a mi al mando de la defensa de la ciudad, lo cual lo considero tanto un honor como una descabellada y desesperada idea.
Me he instalado en la torre más céntrica de la ciudad, desde la cual tengo a vista de pájaro casi toda ella. No voy a utilizar las estancias de mando del capitán, prefiero que lo encuentre todo tal y como lo dejó, tranquilidad en la urbe incluida. Mis compañeros apoyan este situación temporal, aunque ha generado ciertas envidias que no preveía. No es algo que me preocupe. Encargarme de la defensa de la ciudad será solo cuestión de días, no creo ni que tenga tiempo de acostumbrarme a ello, ni de dormir ya que estamos... A los que supuestamente recelan de mi los tengo bastante cerca. Les hago venir a la torre a pedirles consejo y ver como la expresión rencorosa de sus rostros pasa a dubitativa y luego a risueña. "Ser amable es ser invincible" oí una vez junto a esa Puerta Este que tanto anhelo, y era cierto. Siempre hemos sido una unidad bajo el mando del capitán Taida. No quiero devolverle problemas a su vuelta, sino soluciones.
En otro orden de cosas... mi vida solitaria sigue siendo un tormento. Se acerca la hora cero, la hora en que tomaré una serie de determinaciones que afectarán al resto de mi vida. Por ahora las féminas siguen a mi alrededor. No paso todo el día en esta torre, de vez en cuando bajo encapuchado, con un símbolo triangular en mi hombro izquierdo para que mis hombres me reconozcan. Mis hombres... suena raro. Espero no acostumbrarme. Estoy divagando. Decía que las mujeres siguen a mi alrededor, pero los resultados siguen siendo los mismos, o no me interesan o yo no les intereso a ellas. Tal vez sea un buen momento para poner en práctica otros tipos de lucha a corta distancia, antes de la hora cero...
Dejo aquí unos versos en honor a un soldado caído. Me gustaría regresar a aquel tiempo en que estaba bajo su mando, en lugar de estar solo en esta perpetua lucha por ser comandante de mi existencia.
Elegiaco para un guerrero: Alfonso García Contreras
Te fuiste súbito en plena guerra,
clavando en la tierra tus rodillas
marchaste hacia otro horizonte.
clavando en la tierra tus rodillas
marchaste hacia otro horizonte.
Aquí quedó tu aprendiz de soldado
preso en territorio enemigo
sin poder cargar tu ataud.
Ya al fin libre,
comandante de mi existencia,
con todas mis armas golpeé la vida
mas siempre resonó hueca
sin ti...
preso en territorio enemigo
sin poder cargar tu ataud.
Ya al fin libre,
comandante de mi existencia,
con todas mis armas golpeé la vida
mas siempre resonó hueca
sin ti...
Perdí todo temor,
al acero adversario,
a las palabras disparadas
y a los ocasos solitarios,
pero confieso
que temblé toda noche
ante la luz y la oscuridad
de tu ausencia...
Estúpido de mi...
¡estúpido insensible!
Cuantos años para darme cuenta
que siempre te quedaste conmigo
dando firmeza a esta mano,
ayudándome a portar esta antorcha
con la que seguimos quemando las naves.
al acero adversario,
a las palabras disparadas
y a los ocasos solitarios,
pero confieso
que temblé toda noche
ante la luz y la oscuridad
de tu ausencia...
Estúpido de mi...
¡estúpido insensible!
Cuantos años para darme cuenta
que siempre te quedaste conmigo
dando firmeza a esta mano,
ayudándome a portar esta antorcha
con la que seguimos quemando las naves.
24-11-2009
P.D.: El símbolo con el que se abre esta entrada es el símbolo de la nación Cybran, de Supreme Commander. Mi símbolo personal es el que encabeza este blog , símbolo del que hablaré en breve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario