Llegan extraños viajeros a esta puerta que vigilo. En esta ocasión os traigo las palabras de un sabio o un loco, depende de a quien pertenezcan los oídos y los sesos de quien le escuche. Yo no lo juzgo de una manera ni de otra, de ninguna en realidad. Me da igual lo que sea, solo me quedo con su mensaje, el cual, me ha dado que pensar.
Kayrós y Chronos. Tenía una idea sobre estos dos terminos, acaso antiguos nombres de dioses, y puede que sea equivocada. En la parte de Chronos, no, pero sí en la parte de Kayrós. Chronos y Kayrós son el tiempo, pero Chronos es la cantidad del tiempo, invariable. Una hora es siempre una hora, un día siempre es un día, siempre la misma duración, inmutable. Mi error consistía en que yo interpretaba a Kayrós como la otra mitad del tiempo, no su cantidad, sino su calidad. El hecho de que los momentos alegres como las veladas con amigos en la taberna se sintiesen tan cortos en comparación con las nocturnas guardias en la torre lo interpretaba mediante Kayrós. El tiempo es el mismo en Chronos, en cantidad, pero muy distinto en Kayrós, en calidad. Lo sentimos demasiado corto en la felicidad, y exasperadamente largo en la tristeza. He de confesar que últimamente empieza a asustarme que estando viviendo sin amor el tiempo, midiendolo en Kayrós, se me está pasando excesivamente rápido. Debería alegrarme tal hecho, significaría que tengo una existencia ¿feliz?, pero no me alegra, siento que aún me falta algo.
Y en estos quebraderos de cabeza entra por mi puerta este hombre, venido de nadie sabe donde, a sacudir mi mundo y volverlo cabeza abajo. Kayrós no es la medida de la calidad del tiempo, como yo pensaba. καιρός se traduce como "el momento justo". No se trata de la calidad del tiempo, sino de la cualidad de un instante determinado del tiempo, pero no cualquier instante, sino uno en concreto, el momento de la epifanía, el momento en que sabemos que estamos listos, que podemos tomar una determinación y llevarla a buen puerto, el instante preciso.
Mal oído, mala explicación, mala interpretación o todo a la vez. Ya no recuerdo cuando escuché la primera acepción, la errónea, aunque la seguiré manteniendo como cierta. Seguiré escuchando y preguntando, tal vez haya una tercera palabra para la acepción del tiempo de la que primero hablé.
Así pues, Kayrós... Transcurre mi Chronos medianamente solitario, raudo, demasiado para mi gusto. Me pregunto si así ha de ser... Al mismo me pregunto, Kayrós... ¿es el momento oportuno o ya ha pasado? ¿Lo habré dejado escapar o los he dejado escapar? Puede que haya más de uno en la vida, en esa categoría que tantos quebraderos de cabeza me trae, pero si ha habíido alguno recientemente ha habido también dudas que me han hecho tambalear y no he pisado con pie firme. Miro en mi interior... ¿ha llegado Kayrós, el instante preciso? ¿Acaso no debería ser tan fuerte dicha sensación como para no tener que estar preguntándomelo?
Contemplo al Amor embelesado. Me sigue dando la espalda... pero de vez en cuando gira la cabeza, me mira de reojo, y me imagino que sonríe. Me atrae este furtivo juego de miradas, pero dejará de hacerlo si no va a más, porque lo que no avanza, retrocede.
Palabras para enamorar (VII) - Rendición
Me sonríes, pícara.
Quieres que te conquiste.
Dime, ¿a qué te rendiras?
¿Bastará el fuego cruzado de nuestras miradas,
o más bien me obligarás a acortar
el espacio entre nuestros cuerpos, usar las manos,
lentas, apenas rozando, pero con firmeza,
contra la calidez sonrojada de tus mejillas?
No, resístete, no suspires, no aún.
Fuérzame a entregarme por entero.
Cierra los ojos, siénteme aún más cerca,
fundidos en un abrazo, primero,
fundidos luego en la magia eterna de un beso...
Ahora, abre los ojos.
Suspira.
Conmigo.
Y dame la llave de tu corazón.
Aquí tienes la mía.
31-5-2009
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