No entiendo porqué estos días oscuros sin lluvia son tan propicios para mi propio oscurecimiento. Mi espíritu retrocede, se esconde tembloroso tras su máscara, y mi cuerpo, cabizbajo tras otro café. Vale que este ambiente me traiga la remembranza de viejas heridas, traiciones, desaires, noches en vela, sueños rotos, pésimos poemas y otras alegrías varias. Pero al fin y al cabo todo eso no son más que golpes de la vida, cicatrices a exponer sin temor e incluso con orgullo, en lugar de tratar de esconder en vano, demasiado en vano... No entiendo esta tristeza.
Hay años del pasado que son como
una frase tachada, años que duelen
de una forma imprecisa.
una frase tachada, años que duelen
de una forma imprecisa.
Al poco llega la lluvia, las lágrimas del cielo que limpian mi espíritu recorren frías la sonrisa nueva de mi rostro. En mi corazón vuelve a latir el fuego.
17-9-2008
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